Dirección y Guión: Celia Rico
Reparto: Anna Castillo, Lola Dueñas, Pedro Casablanc, Adelfa Calvo, Marisol Membrillo, Susana Abaitua, Ana Mena, Silvia Casanova.
90 min.
Festival de San Sebastián 2018: Premio de la juventud
Sinopsis:
Leonor (Anna Castillo) quiere marcharse de casa, pero no se atreve a decírselo a su madre. Estrella (Lola Dueñas) no quiere que se vaya, pero tampoco es capaz de retenerla a su lado. Madre e hija tendrán que afrontar esa nueva etapa de la vida en la que su mundo en común se tambalea.
Marina Seresesky.
Celia Rico
Celia Rico Clavellino nació en Constatina (Sevilla) y comenzó como guionista y directora en 2012 con el multipremiado cortometraje Luisa no está en casa, seleccionado en festivales de cine como Venecia, Seminci, Málaga o Gijón. Además, formó parte del Short Film Corner del Festival de Cine de Cannes, ganó el Premio Gaudí al Mejor Cortometraje y el Premio del Collegi de Directors de Catalunya. También ha sido ayudante de la directora Claudia Llosa y dirigió la segunda unidad de su película No llores, vuela (2014).
«Lo que intento mostrar es que cambiar de situación o de tipo de relación puede tener, en una primera lectura, una connotación negativa o dolorosa, pero, con el tiempo, cuando nos adaptamos a la nueva circunstancia, surgen nuevas cosas más positivas, que no hubieran aparecido si no se hubiera tenido la valentía de romper con lo conocido. Mi búsqueda de la armonía tiene que ver con darle la vuelta al dolor y buscar lo que se esconde detrás y, para ello, he creado dos personajes que tienen mucho miedo, pero que, en un momento dado, deciden enfrentarse a él tomando decisiones, puede que erróneas, pero sí esenciales para darle la vuelta a sus vidas. En este sentido, los personajes son miedicas y, a la vez, valientes y este doble carácter es lo que les hace ser personajes complejos...
Las dos mujeres, interpretadas por Lola Dueñas y Anna Castillo, son madre e hija, pertenecen a dos generaciones distintas y, sin embargo, a pesar de la edad que las separa, son muy parecidas, aunque la hija, Leonor, no sea muy consciente de ello. En efecto, Leonor no solo no se identifica con el modelo de su madre, sino que quiere huir. De ahí que proyecte una supuesta vida mejor fuera de casa, en Londres, y cuando emprende el viaje se da cuenta que no encuentra una realidad mejor a la que ha dejado atrás. Encuentra una realidad distinta, pero no mejor. El alejarse fuera de casa le hace darse cuenta que debe encontrar su propio modelo, sin tener que rechazar lo que representa su madre. Dicho de otra manera, debe romper con su madre, para volverse a acercar a ella y comprenderla.»
Hay muchas películas sobre el hacerse mayor y el emanciparse y la mayoría de ellas tienen un tono ilusionante, como si el ser joven y tener la posibilidad de construirse una vida implica siempre el vivir experiencias positivas. En la realidad, ser joven y tener frente a ti experiencias nuevas no implica forzosamente que todo vaya a ser ilusionante ni que esas experiencias vayan a ser necesariamente buenas. Emanciparse, comenzar una vida nueva, es asomarse a un precipicio, a un abismo. Me gustaba la idea de que a Leonor no tenía que irle forzosamente bien fuera, pues, al final, todo aquel que se ha ido de casa y se ha ido a otro país sabe que los comienzos nunca son fáciles...
Salir del pueblo o salir de la casa materna es como salir del útero: es algo a lo que estamos predestinados. Y el hecho de que salir del pueblo sea algo que atañe a todos los jóvenes hace posible que la historia de Leonor no sea una historia única, sino la de muchas otras chicas de su edad. Por otra parte, ambientar la película en el pueblo me permitía crear dos ambientes distintos: por un lado, el ambiente claustrofóbico, cerrado, donde todos te conocen y todos conocen tu historia. Por otro lado, el ambiente de protección y de compañía que hay en el pueblo, donde difícilmente estás sola, porque siempre estás rodeada de que gente que te conoce y está a tu lado.»
Celia Rico