Dirección: Raúl De la Fuente y Damian Nenow
Guión: Raúl De la Fuente, Niall Johnson, Amaia Remírez, David Weber (Novela: Ryszard Kapuscinski)
Reparto: Animación.
Sinopsis:
Presenta el dramático relato de los tres meses que el reportero Ryszard Kapuscinski pasó en Angola en 1975, al principio de una guerra civil que duró décadas. Angola, la joven guerrillera mulata Carlota y el Comandante Farrusco, un portugués que desertó para unirse a la guerrilla angoleña, cambiarán para siempre al periodista, que se debatirá entre el dilema de informar o tomar parte en esta guerra de repercusiones internacionales, la última batalla de la Guerra Fría.
Raúl de la Fuente:
Nacido en Pamplona en 1974, es un premiado director y guionista de cine. Ha recorrido el mundo entero en busca de historias, dirigiendo y escribiendo guiones para documentales, cortometrajes y programas de televisión. En 2006 dirigió su primer documental «Nomadak Tx». En 2016 fue nominado al Oscar por Minerita en la categoría de Mejor Cortometraje Documental. La película ganó el Goya en la misma categoría en 2014.
Damian Nenow:
Nacido en 1983 en Bydgoszcz, Polonia. Es especialista en diversos campos relacionados con los gráficos por computadora y es autor de cortometrajes de animación, ilustraciones y arte conceptual. Actualmente trabaja en Platige Image Film Studio, donde dirige, crea animaciones, edita y trabaja en una gráfica 3-D ampliamente concebida.
Hace años que hago cine documental y siempre he sido fan del trabajo de Ryszard Kapuscinski. Yo también he pasado mucho tiempo en África, ya desde mi juventud, y siempre seguí un poco sus pasos. Era un verdadero héroe para mí. Sus libros siempre me han parecido películas. Un día, me dije: ¿por qué no hacer por fin una? Mi productor, mi coguionista y yo llevamos la pregunta más allá: ¿por qué no hacer una de animación? Su universo es tan poético, tan fantástico, tan surrealista. Y la historia es tan romántica. La época, los años 70, nos abrían posibilidades estéticas increíbles. Además, esas secuencias animadas iban a permitirnos entrar en el espíritu de Kapuscinski, ir más allá de sus miedos y de su poesía. La animación nos permite soñar.
La dramaturgia que ya estaba en el libro era un material cinematográfico increíble: teníamos los años 70, la guerra fría, los Estados Unidos y la Unión Soviética peleándose por controlar el mundo, África y Angola como terreno de juego, como un tablero de ajedrez donde van moviendo los peones. Y luego, de repente, la entrada en escena de Sudáfrica y Cuba. Teníamos todos los ingredientes de una película de guerra y espionaje pero yo no quería hacer únicamente animación: había que hacer hincapié en la veracidad de esta historia. Hay personajes de verdad, testigos reales que queríamos presentar.
Esos testimonios son el alma de la película. No habría podido concebirlo nunca sin ellos, igual que las imágenes tomadas cuando repasamos el recorrido de Kapuscinski. La base de todo, de todas formas, es la Historia. La primera etapa era dar con testigos de la época. Encontramos uno de los colegas de Kapuscinski, que seguía siendo periodista en Angola, 40 años después. Cuando volvimos de Angola, empezamos a trabajar para recrear los alter ego animados de nuestros testigos, en función de nuestros encuentros y de fotos de ellos cuando eran más jóvenes que nos habían confiado. ¿Qué fue del sueño humanista de entonces? Los diferentes testimonios recogidos hoy dan cuenta de ese abismo, entre las esperanzas locas y las desilusiones advenidas desde entonces.