Dirección y guión: Neus Ballús
País: España
Año: 2013
Duración: 85 min.
Género: Documental
Interpretación: Raül Molist, Maria Ros, Rosemarie Abella, Iurie Timbur, Maribel Martí.
Guión: Neus Ballús, con la colaboración de Pau Subirós
Producción: Pau Subirós, Jordi Ambrós y Luciano Rigolini
Música: David Crespo
Fotografía: Diego Dussuel
Montaje: Neus Ballús y Domi Parra
Estreno en España: 6 Septiembre 2013
Calificación por edades: Apta para todos los públicos
Sinopsis
Raúl, un campesino que intenta hacer producción ecológica, contrata a Iurie para que le ayude en el campo. Iurie es luchador de lucha libre, pero para ganarse la vida tiene que tra-bajar de lo que le salga. Poco a poco, las historias de estos dos hombres van entrelazándose con las de tres mujeres solitarias: María, una anciana que tiene que dejar su casa para irse a vivir a una residencia de abuelos; Rose, una enfermera filipina que acaba de llegar al país; y Maribel, una prostituta que cada vez tiene menos clientes. Los destinos de todos estos personajes se entretejen a medida que el verano avanza.
NEUS BALLÚS
Nacida en Mollet des Vallès, España, se graduó como directora y montajista en la Universidad Pompeu Fabra. Dirigió los cortometrajes L’avi de la càmera (2005), La Gabi (2006), Xip xap (2007), Pepitu Ricu (2008) e Immersiò (2009). La plaga es su primer largometraje.
En su primer largometraje, Neus Ballús aprovecha la capacidad de inmersión en lo real de su trayectoria como directora de documentales para proponer una película doblemente fronteriza: La plaga habita ese territorio cada vez más fértil situado en la encrucijada entre ficción y no ficción para hablar, literalmente, de la frontera, de las últimas zonas de resistencia de lo rural en Gallecs, espacio a caballo de las comarcas del Vallés Oriental y el Vallés Occidental que, en 1968, corrió el peligro de desaparecer bajo el proyecto de construcción de una ciudad dormitorio para 130.000 habitantes.
Utilizando como pretexto narrativo la plaga de mosca blanca que arruina las cosechas durante un cálido verano, la película de Ballús reúne a un grupo heterogéneo de personajes que se interpretan a sí mismos en lo que funciona como un extraordinario western lírico: un payés, un peón de campo aficionado a la lucha grecorromana, una prostituta, una cuidadora filipina en una residencia de ancianos y una lúcida nonagenaria que se rebela contra las derrotas de la edad. La plaga plantea la posibilidad de una comunidad entre estos dispares personajes a través de gestos sutiles de comunicación y afecto que alcanzan abrumadoras resonancias. La plaga parece no estar contando nada para contarlo todo: las miradas del payés a la cuidadora filipina desde su coche podrían estar esbozando una historia de amor quizá nonata... El bombón con que la cuidadora premia a la anciana electrifica una escena que matiza los anteriores pulsos entre los dos personajes, al tiempo que marca un apreciable movimiento interior desde esa escena en que la chica ha confiado sus dudas y ansiedades a una compañera de trabajo. La visita del payés al convaleciente empleado luchador -un momento de lacónico afecto entre cowboys- y la climática lluvia que subraya la naturaleza esperanzada del relato de Ballús son otros relevantes nudos en un mosaico de personajes construido con la exigencia de quedarse con lo esencial y no permitir la entrada en el montaje final de ninguna imagen irrelevante.
Este supuesto western crepuscular acaba convirtiéndose en su aparente contrario: un relato fundacional (y político y generosamente humanista) sobre nuevas relaciones y resistencias, porque el sentido último de La plaga no es tanto el de registrar la desaparición de un mundo, sino el de proponer el fortalecimiento de uno nuevo, fundamentado en la comunicación y la comprensión del Otro, en lo que parece un territorio asediado.
Jordi Costa (EL PAÍS)